El' perro lo olfateó y no lo comió.

 Habiendo caído la conversación sobre el perro « gris », nos dijo: - Yo alcancé a conocer ese animal misterioso; he aquí cómo: Un día habiéndome encontrado Don Bosco en la calle de la Consolata después de medio día me convidó a almorzar con él en el Oratorio, a lo que accedí de buen grado.

 Mientras conversábamos, al levantar la vista vi de repente al lado de Don Bosco al perro gris que lo miraba y meneaba la cola como [870] esperando alguna cosa.

 Tomó entonces Don Bosco el pedazo de pan, lo empapó en el jugo de la comida y nuevamente lo ofreció al perro, el cual por segunda vez se rehusó a comerlo.

 Los dos comensales seguimos departiendo amablemente haciendo caso omiso del perro.